Manuel Garrido

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La vida se proyecta más allá de la carne y de lo sombra, en un oscuro devenir.
El hombre es el trasunto carnal de un mero sueño, que transcurre en la negrura y deja en el espacio la impronta grotesca de una sombra pasajera, la triste opacidad de un misterio indescifrable. Sólo dos noches sin límites nos definen la luz y nos muestran un camino de agonía Nada existe detrás de los recuerdos ni delante de la ilusión y la esperanza.
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La Historia es la trágica plasticidad del sino, que configura al hombre y a los pueblos sobre un espacio determinado y en un tiempo concreto... Y pasamos por este entorno imaginario, como las sombras chinescas del relato de Dios ...
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La expresión rupestre, en su tosco arcaísmo nace de la pura intuición humana, plena de miedo vital, que busca en el totem y en el símbolo la conjuración del maleficio, con un sentido de sumisión expiatorio. De aquí esos rasgos sombríos figurativos y deformes que caracterizan el arte de Altamira, Alpera, Alcañiz y otros tantos museos olvidados ...
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Pereira, poeta y pintor, artista de cuerpo entero, aborda el tema del hombre como tragedia integral ... Y va descubriendo, desde el hondón visceral de sus entrañas, cómo se puede regresar o la grandeza de un arte perdido retratando el verso y cantándole a todas las sombras grotescas de esta contingencia ilusionada, que va modelando el puro sueño anímico para la eternidad ...
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El hombre agónico que protagoniza la obra de Pereira, dejando la impronta de su sombra sobre el lienzo de la vida, está inserto en un entorno que, al propio tiempo, define un ambiente social determinado en su más hondo raíz sentimental. Para Pereira el escenario es Andalucía; el actor, el pueblo andaluz, y el asunto, ese claro divagar de la tragedia, que proyecta en sombras chinescas desmesurados, la gracia, la sabiduría, y el estoicismo agogero de este pueblo sufrido, que sabe ofrecerle al destino su sonrisa con la más auténtica elegancia vital. Miremos sobre el lienzo primigenio la danza enhebrado y cosida de las ocho Parcas delirantes que bajo el signo blanco y verde, buscan un camino en la oscuridad, para darle luz a su preñez esperanzada...
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En Pereira, Andalucía se hace visión plástica y atormentado de sombras irredentos, que en la expresión rupestre-simbólica y totémico- quieren indagar en el misterio de su autenticidad secular. En la técnica personal de Pereira regresó a los ancestros de la fuentes primarias-, el color y lo luz versifican el movimiento de las sombras. Hay sangre sobre sepia y, entre negros, azules, verdes y grises atrevidos, injusticia, sarcasmos, folklore, gracia, protesta, manifestación, religión, superstición, y atavismo estandartes todos de la desesperación humana, que le rinde o la muerte la oscuridad y la memoria, aun que los ojos se nos hayan deslumbrado ante un sol puro ...

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MANUEL GARRIDO