Tenemos que llegar a la raíz, porque aquí en Andalucía, contra lo que ingenuamente suele decirse, no es oro todo lo que reluce. Parece ser que las cuevas y los alfares andaluces fueron universidades del neolítico, donde se doctoraron los que después subieron, península arriba, como una calentura cultural. Este sur, no sabemos a ciencia cierta porqué, fue desde la prehistoria -esa historia sin bibliotecas- un surtidor de formas expresivas, tal el sur de la península griega, tal el sur de la itálica, capaz de empapar a toda Europa.
Se ve que esos suministros espirituales no han conseguido más que efímeros resultados prácticos. La cultura se agradece pero no se paga. Y ésos tres sures han visto, una y otra vez, el desvalijamiento. Empecemos por la primera página, señores de Altamira y de Lascaux. Hay que repetir la lección desde el principio, señores vándalos del norte, señores conquistadores y reconquistadores. Pronto os va a hacer falta de nuevo el vaso campaniforme. Aprended a leer en las escrituras parietales de Pereira, ese neolítico sevillano. Allí veréis lo que nos pasa a los andaluces, y lo que os va a pasar si no ponéis antídoto a la locura. Andalucía, de nuevo, va a dar a luz. Y no quiere que esa luz nadie la apague |
Alfonso Canales (Poeta de Málaga)
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